Guía para sobrevivir a un macrofestival
10 consejos para gozarlo a tope y ser feliz durante y después del festival
Como buena melómana, he ido a multitud de conciertos y festivales en mi vida, de todo tipo, y atesoro grandes recuerdos. Ahora mismo hace muchísimo que no voy a un macrofestival. Creo que el último debió ser el Daydream 2008, si es que cuenta como macrofestival —ojito si ha llovido— o una edición de estas del Viña que hacían en municipios distintos de Villarrobledo. Creo que fue en 2016 que me pillé una entrada de día para ver a Dinosaur Jr. en el Primavera y al final por curro la tuve que vender. Este año voy al Resurrection Fest los cuatro días, un festi al que no he ido nunca y le tengo muchísimas ganas. Quedan 9 días y estoy como una moto.
Desde que vivo en Madrid he retomado más mi asistencia a conciertos y últimamente estoy mucho más interesada por la industria musical y la música en vivo que nunca. Juntado a esto de que voy a ir al Resu pues caldo de cultivo para alimentar mi curiosidad e informarme más. Estoy a puntito de acabar el ensayo del periodista musical Nando Cruz, Macrofestivales. El agujero negro de la música (Península, 2023) y me está encantando y horrorizando a partes iguales (si bien nada de lo que cuenta me era del todo insospechado, pero en fin, parece que no deja una de sorprenderse nunca). Justo el otro día le entrevistaron los de Carne Cruda aquí, y es normal pues anda presentando su nuevo libro. El próximo martes 27 le tendremos en Madrid, acompañado de personalidades sonadas en el mundillo y críticas con la situación de la música en vivo en España como es el caso de Víctor Cabezuelo, de Rufus T. Firefly, entre otros. Será en La Fábrica (C/ de la Verónica 13) a las 19 h.
Cruz tiene más razón que un santo con esta idea de que los macrofestivales son como ferias de muestras musicales donde las bandas compiten salvajemente por el mismo público y la audiencia va como pollos sin cabeza bajo un sol abrasador, precios desorbitadamente caros y saturación de los servicios. Los festivales grandes son una trituradora extractivista turbocapitalista diseñada para sacar la mayor tajada posible en el menor tiempo posible y nosotros, el público, somos el objeto a explotar. Resulta paradójico pero los melómanos podemos sentirnos en territorio hostil en un festi. Así que para intentar minimizar este impacto me he propuesto extraer algunas ideas del libro que, juntadas a mi experiencia previa, he transformado en una suerte de guía de consejos para sobrevivir a un macrofestival. Ahí va.
Planificar y prever. Bueno, esto es una obviedad pero es que tener las cosas atadas te hace la vida más fácil. Anticípate: haz una lista con las cosas que te tienes que llevar, mira el tiempo que va a hacer, decide tu presupuesto…
Los solapes. Esto va a suceder y cuanto antes lo asumas, mejor. No podemos ver a todos los grupos. Quizá estés pensando “bueno, tampoco quiero verlos a todos”, ya, pero es que seguramente al puñado que quieres ver tampoco te vaya a ser físicamente posible. En un macrofestival tocan muchísimas bandas y siempre hay varios escenarios. Muchas bandas van a tocar a la vez, lo que te obligará a escoger; o justo cuando una acabe empezará la otra pero en otro escenario. Piensa que estos recintos son grandes y las distancias entre un escenario y otro pueden ser de minutos, así que llegarás tarde y el concierto ya estará muy lleno. Por todo esto, lo suyo es estudiar bien los horarios y tener en cuenta las distancias del recinto y, con base en esa información, decidir de forma realista a quién vas a ver y de qué forma. Establece tus prioridades. De nuevo, planifícate: decide qué banda o bandas son irrenunciables y, además, tienes claro que quieres estar en todo el meollo por lo que te compensará ir con tiempo. Sin embargo, habrá otras que no te importará verlas más atrás en plan tranqui. Una vez hayas tomado tu decisión, tira adelante y no mires atrás. No estés pensando en lo que te estás perdiendo en otro escenario. Ha sido tu decisión y ha sido la buena.
Aparca las redes sociales. Mi opinión es que las redes sociales en un festi, lo justo para enterarse de lo imprescindible y ya. Porque las carga el diablo y pueden tener ese efecto de mierda de pensar que otros lo han pasado mejor o de ver lo mucho que moló ese concierto al que tú decidiste no ir y blablabla. Bullshit. A vivir el festi, tu festi.
Descansa físicamente. No sé si es porque yo ya viejuneo y no puedo llevar el ritmo tunante de Vicentín, pero hay que buscar el descanso. Si vas de camping ya sabemos que no es el lugar ideal en el que conciliar el sueño, y mucho menos después de no se cuantas cervezas y la cabeza saturadísima. Así que intenta ponértelo fácil. Yo, por ejemplo, llevaré mi propia almohada al Resu, si bien es algo que siempre suelo llevar conmigo cuando viajo porque me ayuda muchísimo a dormir. Puede ser que en la tienda no descanses demasiado; en ese caso, no te agobies. Intenta sacar otro momento del día en la playa o en donde sea para echar una cabezada, o simplemente relajarte aunque no llegues a dormirte. Todo eso también suma.
Descansa auditivamente. Momentos sin música. Nos van a permitir airearnos y coger el siguiente concierto con más ganas, con espacio mental. No solo desde el punto de vista neuronal es necesario sino también desde el punto de vista social. Poder comentar después con los colegas cómo ha estado el concierto, tener un rato de transición entre uno y otro, poder digerir a todos los niveles la experiencia maxitrepidante que estás teniendo y que no nos pase por encima. Todo ese saboreo ayuda a potenciar una sensación positiva.
Descansa sensorialmente. Ratos de descanso, de reponer fuerzas, de estar de tranqui en la playa o en la hierba sin hacer nada. Eso también es el festival. Desconectarse del gentío, el ruido, las luces y el ir a toda prisa. Unos buenos estiramientos para ese headbanging, unas buenas brazadas en el mar si es que puedes. Esto nos recarga las pilas y nos hace coger el siguiente rato con muchas más ganas. Y me refiero a hacer todas estas cosas conscientemente, porque está claro que no estoy descubriendo América: todos hacemos estas cosas en un festival pero creo que lo chulo es hacerlas conscientemente. Parándonos a pensar y sentir que estamos en ese momento. Yo esto lo suelo hacer mucho en el fin de semana. Me digo a mí misma: “Mábel, mírate, es sábado y estás en esta terraza al sol con tu birra bien fría en la mano. No estás currando. Es sábado”. Y respiro hondo y sienta de puta madre. Pues lo voy a hacer en el Resu también constantamente xD.
Protege tus oídos. La exposición a volúmenes altos puede dañar nuestros oídos y hacernos perder audición, y cuando esto sucede es irreversible. Igual que los acúfenos (ese pitido de fondo que oímos cuando hemos salido de fiesta y nos metemos en la cama): lamentablemente, si son permanentes, no hay nada que hacer. Por esto es muy recomendable usar tapones especiales para estos casos, con filtros de sonido, que van a bajarnos el volumen sin hacernos perder frecuencias (o al menos, no muchas) y sin generarnos sensación de aislamiento. Como en todo, los hay cañón y valen cientos de euros, pero también los hay económicos que en relación calidad-precio pues están bien. Después de mucho buscar, finalmente me decidí por estos. Los probé hace poco en un concierto y diría que van muy bien, aunque tampoco he probado otros, todo sea dicho. Nada más ponértelos sientes un deseo irrefrenable de quitártelos (y quizá eso me llevó a aflojármelos más de la cuenta) pero en cuanto aguantas un poco te das cuenta de que respetan bastante bien el sonido y se agradece la bajada de volumen. Esto fue en sala, así que en festival entiendo que se agradecerá aún más. Estos tapones minimizarán tus acúfenos cuando te vayas a sobar y eso podrá hacerte conciliar el sueño mejor.
Limita el alcohol. Bueno, aquí cada uno que haga lo que quiera, evidentemente. Esto es una opción muy personal. Pero yo, por mi experiencia, lo voy a tener muy en cuenta. En un festi el día es muy largo y empieza muy pronto y yo no quiero tajarme y llegar pedísimo a la banda que llevo todo el día esperando ver, que toca a la 1h de la madrugada y casi ni medio enterarme o, lo que es peor, no acordarme al día siguiente. No sé a vosotros pero a mí tajarme me genera lagunas, es una mala costumbre que tengo xD.
Aliméntate. Siento si parezco vuestra tía Paqui pero creo que los puretas saben a lo que me refiero. Siento la chapa si estás en tus veinte y vas a tope con la vida viviendo to the limit, quizá este post no sea para ti, pero si lo es, ya sabes que hay que comer y que no te vas a plantar en el recinto por la tarde dejándote llevar y acabando sin cenar. Tú, yo y Steve Jobs sabemos que eso es una mala idea.
Desear lo que no está en el escaparate. Los festivales dirán que todo por los fans y por la música pero la realidad es que son una empresa. Entornos perfectos para captar consumidores de las marcas que en ellos se anuncian. Y van a seducirte no solo con veintemil imágenes y luminosos por segundo sino a través del relato de la maravillosa experiencia que estás teniendo, esa que no olvidarás y que quedará también en tu memoria vinculada a esa marca para siempre. Pero podemos hacerle un poco la contra a los minis a 10 € y a los lockers. Consume fuera del recinto. Llévate tu neverita y compra la bebida en el súper. Comprásela a los punkis de fuera. Entra con tu bocata de jamón con tomate restregao y que le follen a las hamburguesas veganas con salsa de trufa. Llévate tu botella de agua para rellenarla en las fuentes de dentro. Si hay golden ring, tumba la valla (bueno, esto igual os mete en algún lío pero querríamos hacerlo). En algún momento vamos a sucumbir al consumo en estos entornos hechizantes —ya lo hicimos al comprar la entrada— pero nos queda algo de margen para, como dice Ignatius, “desear lo que no está en el escaparate, lo que ningún comercial ha podido prever.”
Básicamente, creo que lo suyo es saber dónde nos metemos para evitar las decepciones. Soltar las expectativas por encima de la realidad y entregarnos a lo que sí es factible y que ya es muchísimo en un contexto tan salvaje como este. Y que al final lo que importa es tu experiencia, tu festi. Vivir el sueño.
BONUS
Y para cerrar, algunos consejos que quizá ya conozcas o que quizá puedan venirte bien. Empezamos con la sección “Saber vivir”, que peinamos alguna canas y a estas alturas ya una sabe que las mejores drogas son las aprobadas por la Agencia Española del Medicamento.
Para la resaca, ibuprofeno. Y antes de irte a la cama, mejor, porque es de largo recorrido y te despertarás con el efecto ya producido. Con carácter general, de 400 mg mejor; es igual de efectivo que el de 600mg.
Para la afonía y el dolor de garganta, faringenilo. Esta vez me ha costado muchísimo encontrarlo porque ya está como descatalogado, no lo fabrican más. Así que es probar suerte a que quede alguna caja en una farmacia. Son pastillas para chupar y son magia. Es que te devuelve la voz. Si no encontráis pues yo creo que la Bucometasana viene a ser un poco lo mismo.
Para los dolores musculares y los golpetones, Enangel (dexketoprofeno) o diclofenaco en gel. Siempre el genérico para que no os claven.
Para las rozaduras de las carnes, Antifriction. La venden en el Decathlon.
Protector solar, protector solar y veinte veces más protector solar. Yo creo que me embadurnaré de crema el cuerpo y para la cara llevaré un stick en el bolsillo para ir reaplicando. Ah, y gorra, que va bien tanto para el sol como para la lluvia.
Ya en otro orden de cosas y cerrando la sección pureta:
Batería móvil portátil. Puede venirte muy bien para cargar el móvil en la tienda cuando te acuestes, por ejemplo.
Si te vas a meter en el mosh ten en cuenta un calzado que te agarre bien y que puedas atar bien. Valora si estaría bien para ti tipo bota, que es más difícil de que de una pisada te la arranquen. Lo mismo para tus pertenencias. Yo voy a llevar un chaleco vaquero con bolsillos de cremallera y dentro, lo justo y necesario. Paso de ir con mochila o riñonera, a mí me resulta incómodo.
Unos estiramientos antes de meterse en todo el meollo. Un chapuzón bien fresquito. ¡Y el headbanging mejor con todo el torso que solo con el cuello!
Y creo que eso es todo, no doy más la turra. Creo que me ha quedado muy cebolleta. En fin, me hago mayor. Me encantaría saber si tú también lo piensas y si tienes algún consejo más, me fliparía leerlo en comentarios. Espero que lo pases de puta madre si vas de macrofestival este verano. ¡Hasta la próxima entrega!
Hay una cosa que he ganado con la edad: saber disfrutar de los festivales. Hace más de 20 años que fui al primer festival y, aunque ahora vaya a muchos menos (y de menor tamaño), me sigue gustando porque es una forma de escuchar a muchas bandas interesantes en pocos días.
Una recomendación que añadiría a las que comentas es la distancia - Gran parte del cansancio físico viene de intentar vivir todos los conciertos en el meollo al 100 %, pero la energía que tenemos es la que es. Si además vas adentrándote en años, cada vez la energía es menos. Mucho mejor disfrutar desde la parte de atrás de 8 grupos en un día, que gastar todo el azúcar dando brincos en los dos primeros grupos de la tarde :).
¡Una buena lista!